LA SEDIA STERCORARIA
LA SEDIA STERCORARIA
Hubo un tiempo que cuando el conclave elegía un Papa, el elegido antes de ser oficialmente sacralizado debía de pasar la prueba de la silla, o sea que debía de sentarse en una silla especial que en latín llamaban “sedia stercoraria”. Esta silla estaba concebida especialmente para un empleo preciso, en medio del asiento presentaba un orificio y una vez aposentado el elegido, un joven eclesiástico arrodillado metía el brazo por debajo del asiento y con la mano tocaba los genitales del nuevo Papa; cuando el joven había comprobado fehacientemente la masculinidad del futuro Papa se levantaba y decía en voz alta: “Duos habet y bene pedente” que quiere decir, “tiene dos y cuelgan bien”.
Y esto los que no lo saben me preguntaran ¿a santo de que se hacia esta comprobación? Bien, pues parece ser que a mediados del siglo IX una mujer llamada Juana, nacida en el año 822 en la ciudad de Ingelheim am Rhein e hija de un monje predicador del evangelio en la Sajonia llamado Gerbert, a pesar de las restricciones que tenían las mujeres en aquella época, esta tal Juana, que era más lista que el perro de un ciego, curso estudios con gran acierto y según los historiadores por seguir a un estudiante que al parecer era su amante, disfrazándose de hombre entró en la religión como copista con el nombre de Joannes Anglicus.
Debido a su nueva situación esta mujer con nombre y vestida de varón viajó de monasterio en monasterio, visitando Constantinopla donde conoció la emperatriz Teodora, pasó por Atenas y en el año 848 se trasladó a Roma adonde obtuvo un puesto docente. Siempre disimulando su identidad, fue bien recibida por la curia y escaló los peldaños precisos hasta ser presentada al Papa León IV convirtiéndose en su secretaria para asuntos internacionales.
En julio de 855, tras la muerte del Papa se hizo elegir su sucesora con el nombre de Benedicto III o de Juan VIII.(???) Dos años después, la “Papisa” que disimulaba un embarazo fruto de la relación carnal con el embajador de Sajonia, presidiendo una procesión que iba desde la basílica de San Pedro a Letrán tuvo las contracciones de un parto y allí mismo pario en público frente a la iglesia de san Clemente, desatando con ello la ira del gentío asistente, el cual según cuentan se apoderaron de la Papisa y atada por una pierna a la silla de un caballo fue arrastrada y lapidada durante gran trecho; otros dicen que murió simplemente de parto.
Desde entonces 857, hasta que el Papa Adriano VI en el siglo XVI abolió la sedia stercoraria, todos los Papas elegidos sin excepción antes de ser confirmados como tal, tuvieron por obligación que sentarse en la silla agujereada y soportar el toqueteo de los huevos, (después no lo sabemos) y os cuento esto para que veáis que aun cuando uno está muy a gusto, siempre viene alguien para tocarte los cojones. Aunque seas Papa.
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